El pasado 4 de octubre el papa León XIV firmó su primera exhortación apostólica en continuidad con la encíclica del papa Francisco Dilexit Nos, que profundizó sobre el amor divino y humano del Corazón de Cristo. En continuidad con esta encíclica el papa León culminó el trabajo iniciado por su predecesor, que quiso en los últimos meses de su vida escribir una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres. Se titula Dilexi Te, imaginando que Cristo se dirige a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero «yo te he amado» (Ap 3,9). El deseo de Francisco era que todos los cristianos percibieran la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres. Por esta razón el papa León ha considerado necesario continuar sobre este camino de santificación, porque en el «llamado a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse».
El Papa sitúa esta exhortación no en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación; «cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). Identifica el pobre, “el contacto con quien no tiene poder ni grandeza”, como un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia. En los pobres Cristo sigue teniendo algo que decirnos. El Santo Padre recuerda que la opción preferencial por los pobres genera una renovación extraordinaria tanto en la Iglesia como en la sociedad. La exhortación está formada por cinco capítulos en 121 números. Alerta que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual […]. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria». No obstante, esta atención espiritual hacia los pobres es puesta en discusión por ciertos prejuicios, también por parte de cristianos, porque nos sentimos más a gusto sin los pobres. Hay quienes siguen diciendo: “Nuestra tarea es rezar y enseñar la verdadera doctrina”. Pero, desvinculando este aspecto religioso de la promoción integral”.
La cultura dominante que vivimos nos instiga, señala el Papa, a abandonar a los pobres a su propio destino, a no juzgarlos dignos de atención y mucho menos de aprecio. Sin embargo, la exhortación subraya que “el cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia” y por esta razón “el amor a los que son pobres —en cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza— es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios. De hecho, cada renovación eclesial ha tenido siempre como prioridad la atención preferencial por los pobres, que se diferencia, tanto en las motivaciones como en el estilo, de las actividades de cualquier otra organización humanitaria.” De modo que los pobres nunca deben ser vistos sólo como un problema social; estos son una “cuestión familiar”, son “de los nuestros”. En la exhortación, León XIV nos pide reaccionar desde la fe y la caridad, para que reconozcamos “en el pobre a un ser humano con mi misma dignidad, a una criatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos! ¿O acaso puede entenderse la santidad al margen de este reconocimiento vivo de la dignidad de todo ser humano?».
En continuidad con el magisterio de los pontificados anteriores Dilexi Te reafirma que “la cuestión de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe. La opción preferencial por los pobres, es decir, el amor de la Iglesia hacia ellos, como enseñaba san Juan Pablo II, «es determinante y pertenece a su constante tradición, la impulsa a dirigirse al mundo en el cual, no obstante, el progreso técnico-económico, la pobreza amenaza con alcanzar formas gigantescas». La realidad es que los pobres para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo.”
Invito a profundizar en esta exhortación. A todos los consejos de pastoral de las parroquias, a los responsables y voluntarios de las cáritas parroquiales, a las personas responsables de caridad de las juntas de gobierno de las hermandades y a todos los que trabajan en las muchas y variadas acciones de caridad de la Iglesia, les animo que estudien y compartan las conclusiones de esta exhortación para seguir creciendo en gestos y palabras que hagan sentir al pobre que las palabras de Jesús son para él: «Yo te he amado» (Ap 3,9).
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla












































































