
En este día de Navidad, muchos fieles jiennenses y también familias procedentes de fuera de la provincia se han dado cita en la Iglesia Catedral para celebrar, junto al Obispo del Santo Reino, que Dios ha entrado a formar parte de la humanidad y lo ha hecho en la humildad de un pesebre.

La celebración eucarística daba comienzo a las 11:30 de la mañana. Presidía el Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez. Acompañad del Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, del formador, D. Raúl Contreras. También, estaba presente el canónigo emérito, D. Juan Viedma; y como maestro de ceremonias, el litúrgico, D. Antonio Lara. Don Sebastián, ha contado. Con la presencia de varios seminaristas. Que junto. A los voluntarios de la Catedral han acolitado la celebración.

Hoy, miembros de la Cofradía de la Buena Muerte han participado de las lecturas de este día de Navidad, junto con uno de los seminaristas. El Evangelio lo ha proclamado el diácono, D. José Extremera. Las voces blancas de la Escolanía de la Catedral, bajo la dirección de Cristina García de la Torre, y al órgano, Alberto de las Heras han armonizado la celebración.

Homilía
El Obispo de Jaén ha comenzado la homilía felicitando la Navidad para, a continuación, afirmar: “La Navidad siempre nos sitúa ante algo nuevo, pero este año lo hace con una fuerza singular. Celebramos el nacimiento del Señor en el Año Jubilar de la Esperanza, cuando conmemoramos los 2025 años de la Encarnación del Hijo de Dios. No es solo un aniversario que recordamos: es un misterio que se hace presente y actual”, a lo que ha añadido, “Hoy la luz de Dios nos permite mirar la vida con otros ojos: más limpios, más compasivos, más confiados. En medio de un mundo herido por la violencia, la injusticia y la incertidumbre, la Navidad nos dice que Dios no se ha cansado del ser humano, que sigue creyendo en nosotros y apostando por nuestra historia”.
Después, el Prelado jiennense ha querido profundizar en las lecturas que se acaban de proclamar, para decir, “Dios no ha querido salvarnos desde lejos ni desde arriba, sino desde dentro de nuestra condición humana. Se hace pequeño, pobre, vulnerable. Nace en los márgenes, lejos de los palacios y del poder. En un Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre, Dios se acerca hasta el extremo. Nadie puede decir que Dios esté lejos, nadie puede sentirse olvidado. En Belén, Dios ha acampado para siempre en nuestra historia. Nadie está fuera de ese pesebre: los pastores pobres, los magos buscadores, los que llegan a tiempo y los que llegan tarde… todos caben delante del Niño”.
En ese mismo sentido ha querido enfatizar, “La Navidad nos recuerda quiénes somos y a qué estamos llamados: a vivir como hijos, con libertad interior, con confianza, con esperanza. Pregúntate: ¿estoy viviendo como hijo –confiado, libre, esperanzado– o como esclavo del qué dirán, del consumo, del rencor, del pasado?”

Asimismo, Don Sebastián no ha querido dejar pasar esta solemnidad para recordarnos que la “Navidad nos coloca ante la decisión más importante de la vida: acoger o rechazar a Cristo, abrirle la puerta o dejarlo al margen. Acoger a Jesús no significa solo creer unas verdades, sino seguir su camino, asumir su estilo de vida, amar como Él amó. No es un camino fácil, pero sí profundamente gozoso, porque desde que el Hijo de Dios se hizo hombre, la única manera de ser plenamente humanos es vivir como hijos de Dios.”
Tras la proclamación del Credo niceno constantinopolitano, las preces han estado participadas por algunos de los fieles que han acudido al Templo.
La bendición solemne ha dado paso a la veneración del Niño Dios, que se encontraba a los pies del presbiterio, y que el Obispo ha dado a besar a todos los que se le han acercado.

Un día familiar lleno de agradecimiento a Dios que eligió la humildad de la Sagrada Familia de Nazaret para hacerse uno como nosotros, en todo excepto en el pecado, y unir para siempre el cielo con la tierra.
Galería fotográfica: «Navidad 2025»
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Luz, así como invitó a ser constructores de una paz que nace de la justicia y ha de ser desarmada y desarmante. También recordó, citando al Papa, que «los pobres para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo».




































