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Homilía en la Coronación Canónica de la Virgen de la Piedad. Hermandad de la Vera+Cruz. Albaida del Aljarafe (04-05-2024)

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Homilía en la Coronación Canónica de la Virgen de la Piedad. Hermandad de la Vera+Cruz. Albaida del Aljarafe (04-05-2024)

Homilía en la Coronación Canónica de la Virgen de la Piedad. Hermandad de la Vera+Cruz. Albaida del Aljarafe, 4 de mayo de 2024. Lecturas: Hechos 10,25-26. 34-35; Sal 97,1. 2-3ab. 3cd-4; I Jn 4,7-16; Jn 15, 9-17.

Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: Sr. Párroco, Delegado Episcopal, sacerdotes concelebrantes, diácono; Sr Alcalde y Corporación Municipal de Albaida del Aljarafe; Consejo Pastoral; Fervorosa, Ilustre, Seráfica y Antigua Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Nuestra Madre y Señora de la Piedad; Representaciones de Hermandades de Gloria y Penitencia; hermanos y hermanas presentes en este día de la Coronación Canónica de Nuestra Madre y Señora de la Piedad, un día tan grande de fiesta para todos nosotros. Demos gracias a Dios y a María Santísima, por nuestra fe, por nuestra historia, por todos los albaidejos que nos han precedido en este camino, durante más de cinco siglos, en la Parroquia, en la Hermandad y en la Villa.

Coronamos hoy a Nuestra Madre y Señora de la Piedad porque es verdaderamente Reina. Ella es Reina por ser la Madre de Jesucristo, y también porque tiene un papel excepcional en la obra de la salvación. Esta tarde, con la celebración de la Eucaristía y la Coronación Canónica, expresamos nuestro fervor y amor de hijos, y reafirmamos nuestro compromiso de fidelidad hacia ella, que en todas las circunstancias de la vida nos acompaña con su protección. Nuestra Madre y Señora de la Piedad nos sostiene en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para vivirla y transmitirla a los demás, en especial a nuestros niños y jóvenes.

El evangelio que hemos escuchado nos transporta al cenáculo, al discurso de despedida de Jesús, antes de la Pasión, cuando se despide de sus apóstoles y les abre el corazón. Los invita a tener fe, a confiar en Dios y en él, y les habla de fructificar en el amor a partir de la alegoría de la vida y los sarmientos, que concluye con una lección sobre el ejercicio de la caridad, el amor cristiano. La idea central, a lo largo del texto, es permanecer en Cristo. También les comunica su alegría, que ha de ser plena en ellos, y su amistad. Les da el mandamiento nuevo del amor y urgiéndoles a permanecer en su amor: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Por lo tanto, un amor sin límites, un amor hasta dar la vida.

Este es el ideal que el Maestro nos ofrece y el único camino para encontrar la felicidad, la paz, la alegría, que en el fondo de su corazón todo ser humano anhela. No faltará quien piense que se trata de una ingenuidad, y que no hay más que seguir los telediarios para comprobar la fuerza de la codicia, que provoca crisis económicas continuamente, o la fuerza del odio, que se manifiesta cada día en conflictos bélicos entre países, en violencia callejera, y, en ocasiones, el seno mismo de las familias. Por otra parte, también nosotros experimentamos fracasos después de hacer propósitos sinceros de amar, y de ayudar a los demás. Sin duda habrá quien llegue a la conclusión de que para el ser humano es absolutamente imposible cumplir este mandamiento.

Pero eso significaría renunciar a toda esperanza, caer en el pesimismo radical respecto al ser humano. Por eso hay que volver la mirada al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, y reconocer que el secreto está en permanecer en Él, unidos a Él, arraigados en Él. Y la gran novedad consiste en que no nos señala una norma externa y extraña que se impone desde fuera, sino que nos comunicaa la expresión de un dinamismo que brota precisamente del interior, de la unión con Cristo. Sólo a partir de este fundamento se puede entender el mandamiento del amor. Las verdades de fe, la celebración de los misterios y la vida moral vienen a ser como tres dimensiones de una única vida de unión con Cristo, y es consecuencia del encuentro con él.

Y ¿cómo podremos permanecer en el amor de Cristo? Viviendo en amistad con Él, siguiendo sus enseñanzas. Su mayor acto de amor consiste en dar la vida en la cruz por la salvación de todos, y esa entrega queda perpetuada mediante la Eucaristía, en la que se nos da como alimento. En la Eucaristía vivimos la unión con Cristo y con los hermanos, y recibimos la fuerza para amar a Dios y a los demás, para perdonar, para compartir, para salir al encuentro de los más necesitados. Amar a Dios y al prójimo serán dos dimensiones inseparables de una única actitud. Esta vivencia del mandamiento nuevo de Jesús ha de ser el distintivo visible de cada cristiano, de cada Hermandad, de cada Parroquia.

Nuestra Madre y Señora de la Piedad camina con nosotros y nos lleva de la mano, y nos enseña a preparar la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Ella es verdaderamente Madre de Dios porque es la Madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre. Es realmente madre nuestra porque Jesús antes de morir en la cruz, le encargó una nueva misión: ser la madre de todos los creyentes, por eso colaboró con su Hijo en la obra de la redención desde el principio hasta el final. Nosotros también tenemos una misión en la vida, en el mundo, en la Iglesia. Nuestra Madre y Señora de la Piedad nos enseña a llevarla a cabo con confianza. Hoy, con la Coronación Canónica, hacemos el firme propósito de que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en Albaida del Aljarafe, nuestra Villa.

Hoy pedimos especialmente a Nuestra Madre y Señora de la Piedad que ayude y proteja a los albaidejos y a los fieles de toda la archidiócesis, para que permanezcamos unidos a Cristo y demos frutos de amor. Ayúdanos a mostrar tu amor y piedad de Madre especialmente a los que sufren, a los marginados, a los indefensos, a los más necesitados. Ayúdanos a defender la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, a servir a los más pobres, los enfermos, los ancianos que están solos; a los niños y jóvenes desfavorecidos, a los que sufren en medio de situaciones familiares rotas; a los inmigrantes, a las personas que no tienen trabajo. Enséñanos, Madre, a trabajar por una sociedad más justa y fraterna, danos fuerza para trabajar por la paz, para construir un mundo en paz. Enséñanos a mantenernos firmes cuando llegue el momento de la cruz, y danos la fuerza para no caer en el desánimo cuando el sufrimiento y la oscuridad se hagan presentes en el camino.

Queridos hermanos: hoy tiene lugar aquí un acontecimiento histórico: la Coronación Canónica Nuestra Madre y Señora de la Piedad. Una corona para la Madre que tanto amamos y veneramos. Coronar una imagen de María significa aceptarla como Reina de cielos y tierra, y acogerla en nuestro corazón como Reina y Madre. Contemplad su imagen. Ella conoce vuestras penas y problemas, vuestro dolor; ella os entiende, os escucha y os espera. Ella sabe más que nadie de piedad y misericordia, de consuelo y esperanza. Cuando estéis cansados y agobiados, acudid a ella, que os reconfortará; y cuando estéis alegres y felices, acudid también a ella, para reforzar aún más el gozo y la esperanza.

En este día de fiesta damos gracias al Señor por el don de nuestra Madre, y queremos seguir caminando de su mano y bajo su protección; damos gracias a María Santísima, que nos enseña a confiar en Dios y a seguir el camino que conduce a Jesús. Todos nos encomendamos a su protección: Nuestra Madre y Señora de la Piedad, ruega por nosotros.

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Nuestra Señora de la Piedad de Albaida del Aljarafe coronada

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El parque Doctor Rafael Rodríguez, de Albaida del Aljarafe, acogió la tarde de este sábado la ceremonia de coronación canónica de  la Virgen de la Piedad, de la Hermandad de la Vera Cruz.  Una multitudinaria Eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Durante su homilía, expresó que mediante este gesto de coronación a la Madre de Dios, “reafirmamos nuestro compromiso de fidelidad hacia ella, que en todas las circunstancias de la vida nos acompaña con su protección. Nuestra Madre y Señora de la Piedad nos sostiene en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para vivirla y transmitirla a los demás, en especial a nuestros niños y jóvenes”.

El arzobispo de Sevilla instó a “volver la mirada al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y reconocer que el secreto está en permanecer en Él, unidos a Él, arraigados en Él”, porque solo “a partir de este fundamento se puede entender el mandamiento del amor. Las verdades de fe, la celebración de los misterios y la vida moral vienen a ser como tres dimensiones de una única vida de unión con Cristo, y es consecuencia del encuentro con él”, añadió.

Nuestra Madre y Señora de la Piedad, reflexionó don José Ángel “camina con nosotros y nos lleva de la mano, y nos enseña a preparar la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Ella es verdaderamente Madre de Dios porque es la Madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre. Es realmente madre nuestra porque Jesús antes de morir en la cruz, le encargó una nueva misión: ser la madre de todos los creyentes, por eso colaboró con su Hijo en la obra de la redención desde el principio hasta el final”.

Por este motivo, “con la Coronación Canónica, hacemos el firme propósito de que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en Albaida del Aljarafe, nuestra Villa”.

Durante su alocución explicó que “coronar una imagen de María significa aceptarla como Reina de cielos y tierra, y acogerla en nuestro corazón como Reina y Madre. Contemplad su imagen. Ella conoce vuestras penas y problemas, vuestro dolor; ella os entiende, os escucha y os espera. Ella sabe más que nadie de piedad y misericordia, de consuelo y esperanza. Cuando estéis cansados y agobiados, acudid a ella, que os reconfortará; y cuando estéis alegres y felices, acudid también a ella, para reforzar aún más el gozo y la esperanza.

Finalmente agradeció a Dios por el don de nuestra Madre, con la “que queremos seguir caminando de su mano y bajo su protección”.

Puede ver la ceremonia en este enlace

Homilía íntegra aquí

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Pascua del Enfermo| Eladia Guerra: “Cuando visito a los enfermos, veo en ellos a un Cristo sufriente”  

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Pascua del Enfermo| Eladia Guerra: “Cuando visito a los enfermos, veo en ellos a un Cristo sufriente”  

Eladia Guerra (Badajoz, 1956), viuda y madre de diez hijos. Pertenece al Camino Neocatecumenal y es feligresa de la Parroquia Nuestra Señora de los Ángeles y Santa Ángela de la Cruz, de Sevilla Este. Tras la enfermedad de su marido y la visita de agentes de la Pastoral de la Salud para administrarle el sacramento de la reconciliación y llevarle la comunión, Eladia descubrió la importancia del acompañamiento en los momentos de fragilidad humana fruto de la enfermedad.

“De esto hace ya diez años y pienso que es una misión a la que la Iglesia me sigue llamando”. Eladia, cuando visita a los enfermos, ve en ellos a “Cristo sufriente, y les anuncio que Dios está también presente en su situación; de vejez, de enfermedad, de soledad… Y que Él los ama, los acompaña, no es indiferente a su sufrimiento. A los enfermos procuro transmitirles siempre que esta vida es pasajera, que nuestra esperanza está en la vida eterna, y que en tanto en cuanto aceptemos nuestra situación de cada día, podemos empezar a disfrutar ya de esta vida eterna”.

Afirma que “es una experiencia en la que no solo das de tu tiempo, sino que también recibes mucho bien de las personas a las que visitas. Ellos te cuentan sus experiencias de vida y verdaderamente son muy enriquecedoras. No siento que sea una pérdida de tiempo, sino un servicio a los demás en nombre de Jesucristo”.

¿Cómo vive desde su servicio a la Pastoral de la Salud esta premisa?

Cuando visito a los enfermos, veo en ellos a un Cristo sufriente, y les anuncio que Dios está también presente en su situación; de vejez, de enfermedad, de soledad… y que Él los ama, los acompaña, no está indiferente a su sufrimiento. Quiero transmitirles que esta vida es pasajera, que nuestra esperanza está en la vida eterna, y que en tanto en cuanto aceptemos nuestra situación de cada día, podemos empezar a disfrutar ya de esta vida eterna.

¿En qué consiste su apostolado?

La Pastoral de la Salud está dividida en grupos, normalmente de dos personas. Cada semana vamos a casa de los fieles que han solicitado que se les visite. Charlamos con ellos, los acompañamos, los escuchamos, rezamos juntos, y reciben la Comunión.

Un mandato evangélico y una obra de misericordia ¿No es así?

Es una experiencia en la que no sólo das de tu tiempo, sino que también recibes mucho bien de las personas a las que visitas. Ellos te cuentan sus experiencias de vida y verdaderamente son muy enriquecedoras. Hoy día vamos siempre corriendo, agobiados y dedicamos poco tiempo a los demás. Esto de las obras de misericordia suena a algo anticuado, pero cuando nos toca vivir una situación difícil, es muy importante y necesario sentirse acompañado, consolado y que nos recuerden que Dios nos ama. Visitando a los enfermos, hacemos presente este Amor de Dios.

Espiritualmente la Pastoral de la Salud me ayuda el ver que el Señor actúa en la vida de cada una de las personas que visitamos.  No siento que sea una pérdida de tiempo, sino un servicio a los demás en nombre de Jesucristo.

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Pascua del Enfermo | ‘Oh Señor, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar’

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Pascua del Enfermo | ‘Oh Señor, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar’

En la Archidiócesis de Sevilla, poco menos de mil agentes de la Pastoral de la Salud dedican parte de su tiempo a visitar, acompañar y consolar a las personas que sufren dolencias físicas y espirituales.

Daniel Soto (Sevilla, 1980), es uno de los llamados a practicar la “projimidad” con los más vulnerables. Él tiene la dicha de compaginar su profesión de enfermero con su vocación cristiana. “Durante años llevé pegada la oración de san Francisco de Asís en el reverso de mi tarjeta profesional identificativa como recordatorio de mi doble vocación: ‘Oh Señor, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar, ser comprendido, sino comprender y ser amado, sino amar’.

Está casado con Ana Piedra desde hace 15 años. Padre de seis hijos y en espera del séptimo en unos meses.  En relación a su vida profesional es enfermero de profesión y vocación. Ha trabajado en España y Reino Unido, durante siete años. En la actualidad es profesor de formación profesional. Pertenece a la Parroquia Concepción Inmaculada, de Nervión.

¿Cómo surgió su vinculación con la Pastoral de la Salud?

Cuando estudiaba la carrera conocí a un paciente que había tenido una vida disoluta. Estaba muy enfermo y había que amputarle una pierna. Además del sufrimiento físico, tenía un gran sufrimiento espiritual porque estaba solo. Viendo su angustia vital, le recomendé que hablara con el capellán del hospital. Hasta entonces, él no se había planteado esa opción porque estaba alejado de la Iglesia, sin embargo, lo hizo y le dio mucha paz.  Entonces entendí que además de cuidar de nuestro cuerpo, todos estamos necesitados de apoyo espiritual, lo que me hizo colaborar con la Pastoral de la Salud en los distintos hospitales en los que he trabajado desde el año 2010.

Al llegar a Sevilla, mi párroco solicitó ayuda para apoyar la Pastoral de la Salud después del COVID, porque la imposibilidad de visitar enfermos durante la pandemia hizo que esta pastoral se enfriara en nuestra parroquia y muchas otras. La Iglesia siempre me ha cuidado y me ha dado mucho, así que me parecía merecido devolverle algo de mi tiempo en un campo en el que tengo experiencia.

«Dar esperanza en la tristeza» es el lema de la Jornada del Enfermo elegido para este año. ¿Cómo vive desde su servicio a la Pastoral de la Salud esta premisa?

La desesperanza es la gran epidemia de este siglo. Sólo hay que ver el aumento de las enfermedades mentales como la depresión, el incremento del suicidio en los jóvenes occidentales y el aislamiento social que viven muchas personas.

Devolver la esperanza pasa por el reconocimiento de la dignidad de cada individuo y acompañarlos para que no se sientan solos y olvidados. En mi experiencia, acompañar al que sufre es enormemente valorado por los enfermos, probablemente porque les devuelve la humanidad que parece que el sufrimiento y la enfermedad les quitan. Esto es frecuente, por ejemplo, con los enfermos terminales o los abandonados socialmente. Siempre se puede acompañar y cuidar al que sufre, para devolverle su condición humana y de hijo de Dios.

Enfermero y cristiano. Una bendición poder compaginar ambas vocaciones, ¿no es así?

Durante años llevé pegada la oración de San Francisco de Asís en el reverso de mi tarjeta profesional identificativa como recordatorio de mi doble vocación: “…Oh Señor, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar, ser comprendido, sino comprender y ser amado, sino amar.”

Para que alguien que está mal, vuelva a estar bien, otro tiene que poner de su esfuerzo y de su amor desinteresado. Al menos esta es mi experiencia de lo que Jesús hace conmigo: me restaura, me dignifica y vuelta a empezar. Cuidar de los enfermos me acerca a Dios. En ellos se puede ver el rostro amoroso de Jesús.

¿Cómo animaría a otras personas a sumarse a este servicio a los enfermos?

La encíclica Spe Salvi dice que la grandeza de la humanidad está relacionada con la forma en que tratamos al que sufre. Es un privilegio que las personas, en su máximo momento de vulnerabilidad, te abran una puerta a su vida y su intimidad, en ocasiones hasta el punto de poder formar parte de la biografía o historia de esa persona.

El sufrimiento, la enfermedad y la muerte es un rasero que nos iguala a todos. El pobre y el rico, el sabio y el torpe. Se trabaja con la esencia de la persona, sin máscaras. Trabajar en ese entorno es muy bonito. Es mucho más lo que se recibe que lo que se da.

¿Qué le ha aportado espiritual y humanamente la Pastoral de la Salud?

Hoy día se habla mucho de los “influencers” y de cómo impactar en el mundo. La Pastoral de la Salud está alejada de la pompa y los focos grandilocuentes, ocurre en la intimidad de un salón o al pie de una cama, y sin embargo, tiene una resonancia asombrosa y de gran trascendencia para el enfermo y el agente de pastoral. ¡Eso sí que es una verdadera influencia!

En el evangelio del Samaritano, Jesús termina diciendo: “Haz tú lo mismo”. Esto es lo que aporta la Pastoral de la Salud, poder participar y disfrutar del amor de Dios con los enfermos.

Estar en contacto con el sufrimiento, la enfermedad y la muerte también me ha ayudado a trivializar las pequeñas dificultades ordinarias a las que a veces le he dado excesiva importancia. Me ayuda a tener una vida más auténtica. Para mí ha sido un privilegio acompañar a tantos enfermos y sus familias, aliviar al que sufre, o presenciar la fe en el que se prepara para una muerte santa. Cada uno de estos testimonios me ha ayudado a confirmar la esperanza de la Resurrección.

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Homilía en la entrega del LIGNUM CRUCIS a la parroquia de San Sebastián

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Hoy, celebramos la Santa Cruz de Pascua, en nuestra comunidad parroquial. Y estamos llamados por un sorprendente descubrimiento. Eduardo un día pidió por internet una cruz de madera para colocar sobre ella un crucificado de bronce que compró a un anticuario. Llegó la cruz con un pequeño relicario de plata incrustado en el centro, pero era más pequeña de lo que pensaba. Aunque guardaba una gran sorpresa. El pedestal tenía un espacio oculto. Con la ayuda de su amigo Manuel encontraron un documento en latín, escondido en el cajoncillo del pedestal, donde certificaba que las dos pequeñas astillas que guardaban el relicario eran “partículas de la verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo”. “Auténtica” del cardenal Alexius Armando Charost, arzobispo de Rennes, el 28 de enero de 1924.  Después de una exhausta investigación sabemos que en 1942 la cruz estaba en Coria y desde 2024 en Almería.

Sabemos que Dios nos ha hablado de muchas maneras, hasta que al final de los tiempos lo ha hecho por medio de su Hijo Jesucristo (Cf. Hb 1,1). Es la única revelación. Pero en la vida nos encontrarnos con signos sensibles, carambolas de Dios, que nos ayudan a acercarnos más al Evangelio, si no fuera de esta manera podríamos caer en supersticiones o idolatrías. Las pequeñas astillas de la Cruz de Cristo, nos ha de llevar más profundamente hacia él.  Mirad en ellas a Cristo en la Cruz. En él Dios se ha identificado con toda nosotros la humanidad peregrina, y con todas las realidades que vivimos. Nadie puede decir que ha sido peor tratado que el Hijo de Dios. Por eso en su último aliento de vida, pudo decir a su Padre: “Todo está cumplido” Jn 19,30

Porque él ha compartido su infancia en la intimidad familiar del hogar de José y María en Nazaret. Con sus padres ha ido a los doce años como cualquier niño en peregrinación al Templo.

Él, ha convivido con sus vecinos: con los jóvenes que cantaban en la plaza del pueblo, o entristecido ha participado de los funerales, y seguramente entablaba conversaciones con los que le hacían algún encargo en el trabajo de la madera.

Él convivía con sus amigos, era invitado a las bodas, como las de Caná, o discutía con ciertos convidados fariseos, como en casa de Mateo.

Él nunca permaneció indiferente delante de los enfermos o de las personas que sufrían por cualquier causa, o de las viudas preocupadas por su soledad y su porvenir, o de la pecadora, o la samaritana. Tenía palabras de consuelo para todos.

Por eso todos los gestos humanos tienen sentido en la Cruz. Y comparte la soledad de tantos hombre y mujeres en el curso de los siglos: «En tus manos encomiendo mi espíritu» rezaba en sus últimas bocanadas de vida con el salmo 31:

Mi vida se gasta en el dolor

soy la burla de mis enemigos

la irrisión de mis vecinos

el espanto de mis amigos

Él, no es ajeno al sufrimiento de cada uno de nosotros, ni de los hombres y mujeres de todos los tiempos, en su cuerpo herido, enfermo, rechazado, humillado o hundido en el dolor. Él ha compartido tanto abajamiento en el Huerto de los Olivos, en las torturas que le infligen los soldados del Pretorio y en el camino del Calvario, clavado sobre una cruz, como cualquier criminal, hasta los límites de la tortura y hasta los límites humanos, pero injustamente acusado.

Nadie podemos decir a Dios: Si tú supieras… O más aún: Dios me ha abandonado, está lejos de mí. No. Comprendamos el misterio del crucificado, de toda la vida de Cristo, desde la palabra del evangelista Juan: “El Verbo, la palabra de Dios, estaba junto a Dios, El Verbo era Dios… en él está la vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no lo recibió. El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria” Jn 1,1-5. 14 Estas pequeñas astillas son un faro de luz para la ciudad de Almería.

Hoy la Iglesia Ortodoxa está celebrando el Viernes Santo. En la Liturgia Divina de los ortodoxos, el sacerdote en la celebración de la misa eleva la cruz con el crucificado, bendiciendo en las cuatro direcciones del espacio cantando “Kyrie eleison” mostrándonos así que Cristo, en las horas de la cruz, ha recapitulado y ha querido unir en su cuerpo y en su espíritu todas las cosas, todo el sufrimiento y todas las ofrendas de la humanidad, en su peregrinaje hacia la vida eterna.

Y colgado de la Cruz, Cristo ha reconciliado en si todas las cosas, ha unido a toda la humanidad afín de permitirnos estar con él, en la casa del Padre y ser coherederos de la herencia del Hijo. La encarnación del Verbo manifiesta el amor de Jesús por nosotros y el amor del Padre que nos lo entrega: “Tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su único Hijo, no para juzgar al mundo, sino que por él el mundo sea salvado.”

La trasformación de la muerte en vida, de la pasión y muerte en resurrección, son fruto del Amor, que Dios nos tiene.  No dejéis nunca de meditar sobre el nudo indisoluble que une la celebración de la Eucaristía y el misterio de la muerte en Cruz de Cristo. Cada Santa Misa actualiza el sacrificio redentor de Cristo. La Eucaristía nos recuerda diariamente que nuestra salvación brota del costado de Cristo, cuando el hijo de Dios se somete a la muerte para darnos a cada uno de nosotros, gratuitamente, su vida divina.

Dos fieles de esta parroquia, Eduardo y Manuel, han querido dar su preciado tesoro a la Parroquia de San Sebastián, para que el Pueblo Santo de Dios pueda venerarlo. Aún recuerdo el día que llegasteis emocionados al obispado para enseñarme este gran descubrimiento, os pregunté si lo conocía el párroco, me dijisteis que sí. Desde entonces hasta hoy habéis recorrido un hermoso camino.  Gracias en nombre de la Iglesia de Almería.

Almería 3-05-2024

+ Antonio, vuestro obispo

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Día de la Madre

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Mes de mayo, mes de María. Este primer domingo de mayo es también una fecha dedicada especialmente a las madres, el Día de la Madre. Felicitamos en este día, de modo muy especial, a todas las madres, que son un reflejo del amor y de la ternura de Dios. La maternidad es un misterio maravilloso en el que la mujer colabora con Dios en la procreación de la vida humana desde su seno. De todos los días del año, este es el día que está más impregnado de agradecimiento, de reconocimiento, de expresiones de amor sincero por lo mucho que hemos recibido de nuestras madres, comenzando por la vida. Hoy es un día propicio para manifestarles todo nuestro amor y gratitud, y si ya están en la casa del Padre, una oración y nuestra memoria agradecida.

Ellas nos han dado la vida biológica, nos han cuidado con no pocos sacrificios, nos han educado, transmitido la fe, iniciado en la oración, en el trato con Jesús y María Santísima. Ellas guiaron nuestros primeros pasos, nos enseñaron las primeras palabras, fueron nuestro apoyo en todas las circunstancias y etapas de crecimiento, y fueron y serán para siempre punto de referencia en el camino de la vida. Las madres han contribuido de forma decisiva en los fundamentos de la familia y de la sociedad, en la construcción de un mundo más humano, de un futuro más abierto a la esperanza. La maternidad es la mayor expresión de donación y servicio a los demás. En una sociedad tan necesitada de amor y misericordia, de gratuidad, el testimonio de la multitud de madres que hacen una renuncia generosa de su propia vida, es una fuente de inspiración para trabajar en la construcción de un mundo mejor.

Hoy felicitamos a todas las madres y las encomendamos a la protección de María, nuestra madre del cielo. Pedimos a María Santísima que proteja a las madres que junto a sus esposos pueden desarrollar la tarea de educación de sus hijos en un contexto familiar armonioso y propicio; a las que les toca bregar y educar a los hijos en un ambiente familiar repleto de dificultades; y, sobre todo, a las que deben afrontar solas una tarea tan importante y compleja. Pedimos al Señor, por intercesión de María, que todas puedan desempeñar con entrega y alegría su servicio en la familia, así como en la Iglesia y en la sociedad; que todas encuentren en la Virgen María consuelo y fortaleza. Que la Virgen María, que caminó en la oscuridad de la fe y estuvo unida a su Hijo hasta la cruz, las consuele y les dé la certeza de que su amor y sacrificio nunca serán inútiles.

La vida de María está centrada en el amor a Dios, su Señor, y en el amor al prójimo. Ella no pretende grandezas, simplemente es la humilde sierva del Señor, y se pone a disposición de su voluntad. Es una mujer que ama a Dios sobre todas las cosas y que está siempre en servicio delicado a los demás, tal como narran los evangelios: en silencio contemplativo durante la infancia y la vida oculta de Jesús, en Nazaret; con delicadeza y prontitud en la visita a su prima Isabel y en las bodas de Caná de Galilea; con la máxima discreción y humildad durante la vida pública; con entereza y absoluta confianza en Dios al pie de la cruz; con pedagogía y eficacia en su función de reunir a los discípulos antes de Pentecostés para recibir el Espíritu Santo, y en la naciente comunidad de Jerusalén.

Al iniciar el mes de mayo, invito a toda la familia diocesana de Sevilla a poner en su vida diaria algún acto de devoción, personal o comunitario, en casa o en la iglesia, en honor de Santa María. A ella le encomiendo también, de manera muy especial, a los niños y niñas que en nuestra diócesis reciben por vez primera la Eucaristía.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

El amor más grande

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En pleno tiempo de Pascua florida, Jesús nos abre su corazón en el sosiego de la
contemplación de su resurrección, para declararnos el amor más grande, el amor que
brota de su corazón por cada uno de nosotros, por quienes ha dado la vida. “Nadie tiene
amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos” (Jn
15, 13). Jesús ha demostrado con obras, no sólo con palabras, que nos ama con un amor
superlativo, porque ha venido al mundo por cada uno de nosotros para salvarnos, y ha
consumado su obra redentora para rescatarnos de la muerte y hacernos hijos mediante
su muerte en la cruz y su resurrección gloriosa.
Nos ha abierto de par en par las puertas del cielo, como fruto de su amor más grande. El
misterio de su amor no sólo se ha consumado por su parte, amándonos hasta el extremo,
sino que quiere que en este tiempo de Pascua lo experimentemos nosotros. El tiempo de
Pascua es para ahondar en la experiencia de ese amor más grande.
Para encontrar la fuente de ese amor, Jesús nos introduce en su relación con el Padre.
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo, permaneced en mi amor”. Una
relación que él mantiene desde la eternidad en el seno de Dios y que por su encarnación,
nos abre a nosotros, para que también cada uno de nosotros entremos en la circularidad
de ese amor más grande, el amor de Dios. Al abrirnos su corazón nos introduce en el
torbellino de amor inagotable que hay en Dios. Un amor insondable que produciría
vértigo, si quisiéramos entrar por propia iniciativa, pero que produce éxtasis cuando
entramos de la mano de Jesús, que nos abre su corazón. El éxtasis es la salida de sí
mismo, encontrando un centro de amor fuera de nosotros mismos. Ese centro es el
Corazón de Cristo.
“Os he hablado de todo esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría
llegue a plenitud”. No estamos llamados a un conocimiento superficial de Jesús, sino a
entrar en lo profundo de su corazón, desde donde él nos abre la fuente de ese amor en
Dios y la prolongación de ese amor en los demás. “Este es mi mandamiento que os
améis unos a otros, como yo os he amado”. Si entramos en el corazón de Cristo, brota
en nuestro corazón un manantial de vida, como un surtidor de agua, para repartir a todos
nuestros contemporáneos, para instaurar en nuestro mundo la civilización del amor.
“El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser
incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se
encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él
vivamente. Por esto precisamente Cristo Redentor revela el misterio del hombre al
propio hombre”, nos recordaba san Juan Pablo II en su encíclica Redemptor hominis 10.
El hombre está hecho para amar, y el punto clave de su vida es encontrar ese amor, para
vivir enamorado.
Ahora bien, el amor no tiene su origen en el corazón humano, que siempre es limitado y
sometido a mil debilidades. El corazón humano está sediento de amor, pero no puede
producírselo. El amor tiene su origen en Dios, que es amor, y se nos ha manifestado en
el corazón humano de Cristo, un corazón de carne, sensible a nuestros amores y
desamores. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en él nos amó y nos envió a su Hijo” (1Jn 4,10).

En el sosiego de estos días de Pascua, entremos en el corazón de Cristo, palpitante en la
Eucaristía, para llenarnos de su amor y llenar de sentido nuestra vida humana, llamada a
divinizarse plenamente.
Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Palabra de Vida de la 1º semana de mayo de 2024

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Estrenamos el mes de mayo acudiendo a la intercesión de San José, destacando su condición trabajadora. El esposo de la Virgen María y custodio del Redentor es presentado por la Iglesia como ejemplo de obrero que fue reconocido por sus contemporáneos como artesano, con cuyo trabajo y cuidado supo crear el hogar donde Jesús de Nazaret, el Salvador del mundo, nació y creció entre los hombres. Acudiendo a la intercesión de san José pedimos al Señor condiciones laborales justas, acordes con la dignidad del ser humano, para que cada persona pueda reconocer su vocacióna la santidad y contribuir a la formación de una sociedad en paz.

La piedad popular asocia tradicionalmente el mes de mayo con María Santísima. El florecer de los campos se eleva como un canto de alabanza en honor de la Madre del Redentor. Como en la primera pascua cristiana de la historia, los apóstoles y discípulos, renacidos en el encuentro con Cristo Resucitado, se congregan junto a la Virgen María en la espera del Espíritu Santo. Se abre el tiempo de las romeríasy peregrinaciones. Al abrigo de María renace la esperanza. Ella nos entrega y une siempre a su Hijo, ayudándonos a centrar la vida yreconocer la meta santa que nos aguarda.

Y así, de la mano de San José y en el abrazo de Santa María, avanzamos en el tiempo pascual llegando al sexto domingo en que la Iglesia pone en nuestros labios una oración que encierra el secreto de la vida feliz: la memoria de Cristo Resucitado, manifestada en la vida cotidiana nos permite superar las dificultades, ensanchar las alegrías y gustar de forma anticipada la alegría eterna que nos aguarda. Manifestemos siempre en las obras lo que guardamos en la memoria.

El evangelio de este domingo nos lleva de nuevo a las palabras de Jesús en la última cena referidas por el apóstol y evangelista san Juan. El Hijo nos ama con el amor del Padre. Si guardamos sus mandamientos permanecemos en su amor. Así nos comunica Cristo la alegría de la Trinidad Santa: hemos sido llamados a alegría plena, la cual se alcanza dejándonos amar por Cristo y compartiendo su amor con los demás. La grandeza del amor está en la donación sin condiciones. Amando así entramos en la amistad con Jesús, ponemos orden en nuestro corazón, disfrutamos la libertad de los hijos de Dios y somos capacitados para dar frutos de vida eterna.

Precisamente en este domingo que Jesús nos llama a la alegría plena se celebra la Pascua del enfermo, con la que se completa la campaña del enfermo que se inició el pasado 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes. Con el lema “dar esperanza en la tristeza” somos llamados a vivir el encuentro con Cristo en las personas que padecen la enfermedad, para que volvamos a descubrir la dignidad infinita de toda vida humana, también de la que se ve sometida a la prueba de la enfermedad. Para llevar esperanza a quienes sufren la enfermedad con tristeza y angustia, ayudemos a todos a hacer memoria de Cristo Resucitado. Su amor es más fuerte que cualquier enfermedad.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Ejercicios de piedad popular por los frutos del II Congreso de Hermandades de Sevilla

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Ejercicios de piedad popular por los frutos del II Congreso de Hermandades de Sevilla

La Archidiócesis de Sevilla y el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, con colaboración con la Hermandad de la Antigua, organiza una tanda de ejercicios de piedad popular (rosarios, vialucis) en cinco conventos de la provincia de Sevilla, desde el 6 hasta el 10 de mayo, para orar por los frutos del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.

El acceso es libre hasta completar aforo.

Programación

El lunes 6 de mayo, a las ocho de la tarde, los ejercicios de piedad popular tendrán lugar en el convento de la Purísima Concepción de Lebrija; el martes 7, en el convento de Santa María La Real, de Bormujos, a la misma hora.

El miércoles 8, la cita será en el convento de Santa Clara, de Carmona, a las ocho y media de la tarde. El jueves, en el convento de las Carmelitas Descalzas, de Dos Hermanas, a las ocho de la tarde. El último encuentro está previsto el viernes 10 a las cinco y media, en el convento Santa Clara, de Alcalá de Guadaira.

 

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Fallece el sacerdote Aurelio Partera Partera

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La misa exequial será el día 4 de mayo, a las 17:00 horas, en la parroquia de la Inmaculada Concepción de San Sebastián de los Ballesteros

Aurelio Partera nació el 3 de diciembre de 1936, en San Sebastián de los Ballesteros y fue ordenado presbítero en la parroquia de El Salvador y Santo Domingo de Silos el 21 de junio de 1959.

Licenciado en Filosofía y Letras, fue capellán del convento de “Santa María de Gracia” en Córdoba (1959-1960), coadjutor-Auxiliar de «San Fernando» en Córdoba (1959-1960), coadjutor de «Ntra. Sra. de la Asunción» de Luque (1960-1972), encargado de Ntra. Sra. de los Remedios en Zuheros y responsable del Equipo Sacerdotal de Santa Catalina en Rute (1972), cura encargado de Ntra. Sra. de Gracia en Zambra (1988), párroco del anejo de los Llanos de Don Juan (1988) y párroco emérito de Santa Catalina de Rute (2002).

Falleció en San Sebastián de los Ballesteros el 3 de mayo, a los 87 años de edad. La misa exequial será el día 4 de mayo, a las 17:00 horas, en la parroquia de la Inmaculada Concepción de San Sebastián de los Ballesteros.

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