Convivencia de jóvenes de la diócesis

Diócesis de Cádiz-Ceuta
Diócesis de Cádiz-Ceutahttps://www.obispadocadizyceuta.es/
La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El pasado fin de semana, varios jóvenes de la diócesis tuvieron un encuentro en la casa de convivencias en la Ermita de los Santos Mártires de Medina Sidonia.

Durante el fin de semana estuvieron acompañados del padre Jesús Zurita y recibieron la visita de un pastor ecuménico, también la de un matrimonio para contar su testimonio y además recibieron al padre David Gutiérrez miembro de la comisión diocesana de Arte Sacro de la Diócesis de Cádiz y Ceuta quien les explicó la historia patrimonial del lugar donde se encontraban. De igual modo recibieron la visita de los seminaristas del Seminario Conciliar de San Bartolomé y al rector, el padre Ricardo Jiménez Merlo.

Por seguridad, se ha cumplido meticulosamente con las medidas sanitarias realizando test de antígenos y anticuerpos a todos los asistentes,

Testimonios tras la convivencia

Testimonio de María: «No hay mejor forma de dar resumen a estas convivencias»

Mi nombre es María y soy natural de Sevilla. Actualmente estudio el tercer curso de
Educación Primaria en la Universidad de Cádiz y también estoy cursando la D.E.C.A. con el
Padre Jesús. A través de él, comencé a ir a los senderos y las distintas actividades que
organiza para poder confirmarme.

Fui bautizada como hija de Dios en el año 2018, a mis 18 años, al igual que ese mismo día
recibí a Cristo por primera vez. También he de decir que hasta hace poco estaba más bien
alejada de la Iglesia.

Dios ha ido entrando en mi vida cambiándola poco a poco. Estas actividades, donde me he
encontrado con el Señor, me han acercado muchísimo a Él cuando más lo necesitaba. Por
este mismo motivo, cuando me enteré de que había una convivencia no lo dude ni un solo
momento, aunque nunca había estado en una, tenía la certeza de que debía ir.
Al llegar a la convivencia sentía miedo por la acogida que pudiera tener ya que casi ninguno
nos conocíamos de nada. La sorpresa es que me encontré con un grupo de jóvenes donde
había pluralidad pero a la vez reinaba la unidad. No había juicios particulares, ni división en
pequeños grupos. En definitiva, se notaba que Dios estaba más que presente en medio de
estas personas. El conocer a jóvenes, que sienten lo mismo que tú y te entienden cuando a
veces estás perdido, me ha hecho crecer aún más en la fe y saber que no estamos solos en
este mundo.

Esta convivencia ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi corto
recorrido de Iglesia. Me parece increíble cómo Dios pone en tu camino a personas que te
van a ayudar a seguir caminando.

En cada oración, cada misa, en cualquier conversación o rato de diversión, notaba que Dios
se servía de esas personas para que fueran instrumentos de Él haciéndome estar cada vez
más en comunión. No podría olvidarme de los testimonios que hemos tenido, donde te
invitan a reflexionar y a ver como el amor de Dios puede por encima de todo lo malo que
pueda pasar.

Es prácticamente imposible expresar lo que he sentido durante la convivencia en estas
líneas, lo que si es totalmente seguro es que he vuelto llena de paz, de completa felicidad y
con la certeza de que Dios siempre me ama a pesar de mis debilidades.
“Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mt
18:20.

Testimonio de Josué:

Sin duda nos has bendecido con esta convivencia, Señor, y tengo de darte gracias.
Tengo que darte gracias por llevarme tu presencia en un lugar tan especial. Un lugar santo que
es refugio y punto de encuentro para tu oración. Aquí, nos has reunido, en esta ocasión, a
gente de todas partes, nos has reunido a gente muy diferente: estudiantes universitarios,
sacerdotes, hermanas consagradas, profesores; seminaristas, catequistas y demás hermanos.
Te doy gracias, Señor, por haber sido partícipe de esta gran reunión en la que nos has
enriquecido tanto al juntarnos a todos en tu mesa.

Pero creo que no solo debo darte gracias, Señor, por todo lo aprendido, a través del
testimonio y experiencia de todos los hermanos a los que nos has reunido. También me
gustaría agradecerte, Señor, el amor recibido de estas personas tan maravillosas. Porque ¿de
qué me serviría conocer tu camino si no tengo quien me acompañe en él? Tú, nos enseñaste,
Señor, que debíamos vivir nuestra Fe en ti, no de manera individual sino en comunidad. Nos
enseñaste que solos es más fácil perdernos: que nos necesitamos unos a otros para saber
llegar a ti.

Por todo lo aprendido, por todo lo compartido, y por haberme llenado de tu amor y de tu paz,
te daré gracias siempre, Señor. Porque estaba perdido, y a través de esta experiencia tan bella
te he vuelto a encontrar.

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