Aparición de la Virgen de los Desamparados a San Cayetano. El Saucejo

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Aparición de la Virgen de los Desamparados a San Cayetano. El Saucejo

La iglesia parroquial de San Marcos Evangelista, de El Saucejo, es una interesante construcción de mediados del siglo XVIII que presenta importantes obras como el retablo mayor o un destacado conjunto de orfebrería, si bien, sobresale por su belleza este conjunto que representa la aparición de la Virgen al fundador de la Orden de los Clérigos Regulares o Teatinos, San Cayetano de Thiene.

Según refirió el propio San Cayetano a Sor Laura Mignani en una carta fechada el 20 de enero de 1518, este santo tuvo una experiencia mística en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, donde el 6 de enero de ese año había celebrado su primera Misa en el altar donde se venera la reliquia del pesebre. Así en la Navidad del año de 1517, durante la Misa de Nochebuena, la Virgen María le ofreció al Niño Jesús para que lo tuviera en sus brazos.  De esta manera lo relata el propio San Cayetano: “A la misma hora de su santísimo Parto, me acerqué al santo Pesebre (…) recibí de las propias manos de la púdica Doncellita, mi protectora, que acababa de ser madre, al recién nacido Infante, carne y envoltura del Verbo eterno. Cuando mi corazón no se derritió en aquel momento, señal es, creedlo, Madre, que es más duro que el diamante. ¡Paciencia!”.

Esta experiencia mística es lo que representa este conjunto escultórico que, según el historiador del arte y profesor Antonio Joaquín Santos Márquez, natural de El Saucejo, proviene del Convento de Nuestra Señora de la Merced de Osuna, ya que, según un inventario del año 1837 en dicho Convento se encontraba un retablo dorado donde se veneraba a la Virgen de los Desamparados con San Cayetano. Este Convento ursaonense fue clausurado durante la desamortización de Mendizábal, repartiéndose los bienes muebles que atesoraba por los templos parroquiales de la zona, si bien pudo ser entre 1868 y 1870 cuando estas imágenes llegaron a El Saucejo. A finales del siglo XIX este conjunto escultórico se encontraba en una Ermita dedicada a la Virgen de los Desamparados que se levantó en la calle Ronda de esta localidad y que estuvo abierta al culto hasta 1936, fecha en que regresan a la Parroquia.

La Virgen de los Desamparados y San Cayetano pueden atribuirse sin lugar a dudas a Cristóbal Ramos, sobre todo por la comparación con otro conjunto de similares características que se encuentra en la Parroquia de Santa Catalina, en Sevilla, obra de este escultor fechada en 1774. Como señala este historiador saucejeño, en estas imágenes de la Parroquia de El Saucejo, “tanto la Virgen como el Santo rezuman esos aires academicistas imperantes en la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVIII, en la que se mezclan los recuerdos barrocos y los nuevos dictámenes neoclásicos”.

Ambas imágenes están realizadas en barro cocido y policromado y telas encoladas que presentan estofados en los ribetes de las vestiduras, así como una sencilla decoración a base de flores en la túnica de la Virgen, la cual viste túnica roja y manto azul, mientras que San Cayetano porta su hábito negro.

Cristóbal Ramos desarrolla esta escena con una composición muy teatral en la que coloca las dos esculturas en diagonal, que tiene su antecedente directo en algunas obras de Murillo, como el San Félix de Cantalicio que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla procedente del Convento de Capuchinos de esta ciudad. Elevada sobre una nube con varios angelitos, cuyos rostros recuerdan ligeramente a Montañés, la Virgen de los Desamparados muestra sus brazos abiertos, expresando así que acaba de dejar al Niño Jesús en los brazos del santo, quien mira con arrobo al Divino Infante que, risueño, aparece acostado sobre un paño blanco que alude al corporal donde se deposita el Cuerpo de Cristo durante la Eucaristía.

Sin embargo, si la composición, el modelado de los ángeles o el movimiento del manto de la Virgen recuerdan al barroco, otros aspectos muestran las novedades clásicas propias del academicismo, como el tratamiento de los rostros o la severidad y rigidez tanto de la Madre de Dios como del Santo, como indica el ya citado Antonio J. Santos, quien señala igualmente la similitud de este San Cayetano con el Niño en brazos con la imagen de San José del Hospital de la Caridad de Sevilla, obra documentada de Ramos, que porta un Niño de rasgos similares a este de El Saucejo.

Por último, esta bella obra nos invita a que, como San Cayetano, acojamos a Jesús en nuestra vida y en nuestra corazón, para llevarlo a los demás como hace María, especialmente a los que más necesitan de la luz, la alegría y la esperanza que nos da Cristo Resucitado.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural

 

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